BOLETÍM CULTURAL
CATINA MUNDI
LA FINALIDAD DE ESTE BOLETÍN, BIEN DEFINIDA EN SU PROPIO TITULO , OBEDECE MÁS A UN SENTIMIENTO DE PATRIOTISMO CULTURAL QUE DE INTERÉS MATERIAL.
Boletim de letras, ideias, diálogos e crítica
Casa México-- Aljuriça (Portugal)
Casa de Mexico, casa de la cultura, donde los libros son la verdadera Universidad.
(O primeiro Boletim electrónico publicado na Freguesia de Cadima para o Mundo)
…Para las niñas y niños de Portugal, México, Costa Rica, Hispanoamérica e America Portugueza es esta publicación mensual…
PUBLICAÇÃO MENSAL, em PORTUGUÊS e CASTELHANO, QUE TEM COMO OBJECTIVO A PUBLICAÇÃO DE TRADUÇÕES DE TEXTOS DE AUTORES PORTUGUESES, CASTELHANOS E LATINO-AMERICANOS, RESENHAS DE PUBLICAÇÕES RECENTES E PASSADAS E NOTÍCIAS SOBRE EVENTOS CULTURAIS D’AQUÉM E D’ALÉM MAR. (GANDRASMEXICOCOSTARICA.BLOGS.SAPO.PT)
Presentación
Boletín de periocidad mensual aparece en septiembre de 2009 como fruto del amor por las letras luso-mexicanas. El objectivo essencial de Casa México es coadyuvar en la promoción y en la difusión de las literaturas clásica y contemporânea.
Catina Mundi recorda Matilde Rosa Araújo, a escritora que revestiu as páginas dos seus livros com perfume de rosas silvestres para as crianças dos quatro cantos do mundo.(1921-2010 )
Nunca e tarde para prestar homenagem a quatro ilustres e talentosas figuras do nosso Pais que deixaram marcas no Mexico. São elas: Joao RodriguesCabrilho ou Juan Rodriguez Cabrillo, Beatriz Costa, Fidelino de Souza Figueiredo e Joaquim de Carvalho Montezuma.
Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello
La Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello (en inglés: A Philosophical Enquiry into the Origin of Our Ideas of the Sublime and Beautiful) es un tratado sobre la estética escrito en 1757 por Edmund Burke. El trabajo llamó la atención de importantes pensadores, como Denis Diderot e Immanuel Kant.
Resumiendo, lo Bello, según Burke, es aquello bien formado y placentero estéticamente, mientras que lo Sublime es aquello que tiene el poder de hacernos evocar y destruirnos. La preferencia de lo Sublime por sobre lo Bello fue la que marcó la transición entre el Neoclásico y la era Romántica.
Los orígenes de nuestras ideas respecto de lo bello y lo sublime, para Burke, pueden ser entendidos gracias a sus estructuras causales. De acuerdo a la física y metafísica aristotélica, la causalidad puede ser dividida en causa formal, material, eficiente y final. La causa formal de la belleza es la pasión del amor; la causa material se relaciona con aspectos de algunos objetos como la pequeñez, la suavidad, la delicadeza, etc; la causa eficiente es el calmante de nuestros nerviosismo; la causa final es la providencia divina. Lo que es más original y peculiar en la visión de Burke respecto a la belleza es que no puede ser entendida bajo los viejos cánones como proporción o perfección. Lo sublime a su vez tiene una estructura causal que no responde a la de la belleza. Su causa formal es entonces la pasión del miedo (especialmente el miedo mortuorio); la causa material es igualmente ciertos aspectos de algunos objetos como la vastedad, lo infinito, la magnificencia, etc; su causa eficiente es la tensión de nuestros nervios; la causa final es Dios habiendo creado y luchado con Satán, como se expresa en el gran cantar de Milton, el Paraíso Perdido. La de Burke fue la primera exposición filosófica completa en separar la belleza y lo sublime y llevarlas a un campo racional particular, independiente del otro.
Kant critica a Burke por no entender las causas de los efectos mentales que ocurren en la experiencia de lo Bello o lo Sublime. Según Kant, Burke simplemente reunió información de modo tal que un futuro pensador pudiera explicarlas.
“Hacer observaciones psicológicas, como hizo Burke en su tratado sobre lo Bello y lo Sublime, de forma tal que se reúna material para la conexión sistemática de reglas empíricas en el futuro -sin tener en la mira comprenderlas-, es probablemente el único deber verdadero de la psicología empírica, que difícilmente pueda aspirar a ranquear como ciencia filosófica.” Kant, Primera Introducción a la Crítica del Juicio.
Immanuel Kant
Con el título de «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» publicó Kant en Komgsbey (1764) este ensayo de vario y atrayente contenido. Numerosas ediciones sueltas se han hecho de este encantador tratadito, sin contar las varias ediciones de las obras completas del autor.
Más que de estética, en el sentido estricto de la palabra, tratan las «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime»de asuntos varios, moral, psicología, descripción de los caracteres individuales y nacionales; en suma, de toda suerte de temas interesantes que pueden ocurrirse alrededor del asunto principal. Está escrito en estilo fácil y cómodo -extraña excepción en la obra de Kant-, lleno de ingenio, alegría, penetración, con una sencillez encantadora. Se comprende fácilmente que un crítico haya podido comparar a Kant -refiriéndose a esta obra- con «La Bruyère», el autor de los «Caracteres».
En este ensayo es donde Kant ataca por primera vez el problema estético, y aunque sus ideas fundamentales acerca del arte y la belleza se hallan sistemáticamente expuestas en su obra posterior, la «Crítica del Juicio», tienen, sin embargo, las«Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» cierto interés para el conocimiento de los orígenes de la estética kantiana. Pero sobre todo constituyen, como hemos dicho, una serie de delicadas ocurrencias, de certeras observaciones, de agudas críticas, sin el aparato solemne de la exposición didáctica.
Capítulo primero
Sobre los diferentes objetos del sentimiento de lo sublime y de lo bello.
Las diferentes sensaciones de contento o disgusto descansan, no tanto sobre la condición de las cosas externas que las suscitan, como sobre la sensibilidad peculiar a cada hombre para ser grata e ingratamente impresionado por ellas. De ahí proviene que algunos sientan placer con lo que a otros produce asco; de ahí la enamorada pasión, que es a menudo para los demás un enigma, y la viva repugnancia sentida por éste hacia lo que para aquél deja por completo indiferente. El campo de las observaciones de estas particularidades de la naturaleza humana es muy amplio, y oculta aún buena copia de descubrimientos tan interesantes como instructivos. Por ahora dirigiré mi mirada sobre algunos puntos que parecen particularmente destacarse en este terreno, y más con el ojo de un observador que de un filósofo.
Como todo hombre sólo se siente feliz en tanto que satisface sus inclinaciones, la sensibilidad que le capacita para disfrutar grandes placeres sin exigir aptitudes excepcionales, no es tampoco cosa baladí. Las personas de fisiología exuberante, para quienes el más ingenioso autor es el cocinero, y las obras de más exquisito gusto se encuentran en la bodega, se entregarán a oír comunes y equívocos chascarrillos con alegría tan viva como aquella de que tan orgullosas se sienten personas de sensibilidad elevada. Un buen señor, que gusta de leer libros porque con ello concilia mejor el sueño; el comerciante, para quien todo placer es mezquino si se exceptúa el que disfruta un hombre avisado cuando calcula sus ganancias; aquel otro, que sólo ama al sexo femenino porque lo incluye entre las cosas disfrutables; el aficionado a la caza, ya sea de moscas, como Domiciano, o de fieras, como A., todos ellos tienen una sensibilidad que les permite gustar placeres a su modo, sin necesidad de envidiar otros y sin que puedan formarse idea de otros. Pero dejemos ahora esto fuera de nuestra atención. Existe, además, un sentimiento de naturaleza más fina, llamado así, bien porque tolera ser disfrutado más largamente, sin saciedad ni agotamiento, bien porque supone en el alma una sensibilidad que la hace apta para los movimientos virtuosos, o porque pone de manifiesto aptitudes y ventajas intelectuales, mientras los otros son compatibles con una completa indigencia mental. Este es el sentimiento que me propongo considerar en algunos de sus aspectos. Excluyo, sin embargo, aquella inclinación que va unida a las sublimes intuiciones del entendimiento y aquel atractivo que sabía percibir la impresión de que era capaz un Kepler cuando, como Bayle refiere, no hubiera cambiado uno de sus descubrimientos por un principado. Es esta afección excesivamente fina para entrar dentro del presente ensayo, destinado sólo a tratar la emoción sensible de que las almas más comunes son también capaces.
Este delicado sentimiento que ahora vamos a considerar es principalmente de dos clases: el sentimiento de lo sublime y el de lobello. La emoción es en ambos agradable, pero de muy diferente modo. La vista de una montaña cuyas nevadas cimas se alzan sobre las nubes, la descripción de una tempestad furiosa o la pintura del infierno por Milton, producen agrado, pero unido a terror; en cambie, la contemplación de campiñas floridas, valles con arroyos serpenteantes, cubiertos de rebaños pastando; la descripción del Elíseo o la pintura del cinturón del Venus en Homero, proporcionan también una sensación agradable, pero alegre y sonriente. Para que aquella impresión ocurra en nosotros con fuerza apropiada, debemos tener un sentimiento de lo sublime; para disfrutar bien la segunda, es preciso el sentimiento de lo bello. Altas encinas y sombrías soledades en el bosque sagrado, son sublimes; platabandas de flores, setos bajos y árboles recortados en figuras, son bellos.
La noche es sublime, el día es bello. En la calma de la noche estival, cuando la luz temblorosa de las estrellas atraviesa las sombras pardas y la luna solitaria se halla en el horizonte, las naturalezas que posean un sentimiento de lo sublime serán poco a poco arrastradas a sensaciones de amistad, de desprecio del mundo y de eternidad. El brillante día infunde una activa diligencia y un sentimiento de alegría. Lo sublime, conmueve; lo bello, encanta. La expresión del hombre, dominado por el sentimiento de lo sublime, es seria; a veces fija y asombrada. Lo sublime presenta a su vez diferentes caracteres. A veces le acompaña cierto terror o también melancolía, en algunos casos meramente un asombro tranquilo, y en otros un sentimiento de belleza extendida sobre una disposición general sublime. A lo primero denomino lo sublime terrorífico, a lo segundo lo noble, y a lo último lo magnífico. Una soledad profunda es sublime, pero de naturaleza terrorífica.(1)
De ahí que los grandes, vastos desiertos, como el inmenso Chamo en la Tartaria, hayan sido siempre el escenario en que la imaginación ha visto terribles sombras, duendes y fantasmas.
Lo sublime ha de ser siempre grande; lo bello puede ser también pequeño. Lo sublime ha de ser sencillo; lo bello puede estar engalanado. Una gran altura es tan sublime como una profundidad; pero a ésta acompaña una sensación de estremecimiento, y a aquélla una de asombro; la primera sensación es sublime, terrorífica, y la segunda, noble. La vista de las pirámides egipcias impresiona, según Hamlquist refiere, mucho más de lo que por cualquier descripción podemos representarnos; pero su arquitectura es sencilla y noble. La iglesia de San Pedro en Roma es magnífica. En su traza, grande y sencilla, ocupa tanto espacio la belleza -oro, mosaico-, que a través de ella se recibe la impresión de lo sublime, y el conjunto resulta magnífico. Un arsenal debe ser sencillo; una residencia regia, magnifica, y un palacio de recreo, bello.
Un largo espacio de tiempo, es sublime. Si corresponde al pasado, resulta noble; si se le considera en un porvenir incalculable, contiene algo de terrorífico. Un edificio de la más remota antigüedad, es venerable. La descripción hecha por Halles de la eternidad futura, infunde un suave terror; la de la eternidad pasada, un asombro inmóvil.
São Francisco de Sales
Baluarte da Contra-Reforma e Doutor da Igreja. Uma das maiores figuras da Contra-Reforma católica na França, tido pelos seus contemporâneos — incluído o grande São Vicente de Paulo — como a mais perfeita imagem do Salvador então existente na Terra.
No início de novembro de 1622, São Francisco de Sales, Bispo-Príncipe de Genebra, acompanhava o Duque da Sabóia na comitiva que ia de Chambéry a Avignon encontrar-se com o Rei Cristianíssimo, que era então o soberano francês Luís XIII. O Prelado aproveitou a ocasião para visitar os mosteiros da Visitação existentes no percurso, como cofundador que era dessa Congregação. Assim, chegou no dia 11 ao de Belley.
Entre as freiras que, pressurosas, correram-lhe ao encontro, encontrava-se uma que ele muito estimava por sua inocência, virtude e simplicidade, e a quem por isso dera o nome de Clara Simpliciana. Esta, iluminada por luzes sobrenaturais, chorava desoladamente: “Oh, excelentíssimo Senhor!” disse-lhe sem subterfúgios, “vós morrereis neste ano! Eu vos suplico que peçais a Nosso Senhor e à Sua Santíssima Mãe que isso não ocorra”.
– “Como, minha filha?!”, respondeu surpreso o Prelado. “Não, não o farei. Não vos alegrais pelo fato de eu ir descansar? Veja: estou tão cansado, com tanto peso, que já não posso comigo. Que falta vos farei? Tendes a Constituição e deixar-vos-ei Madre Chantal, que vos bastará . Ademais, não devemos pôr nossas esperanças nos homens, que são mortais, mas só em Deus, que vive eternamente”.
Tais palavras como que resumem a vida e a obra de São Francisco de Sales, cuja festa comemoramos no dia 24 de janeiro. Embora ele contasse então com apenas 55 anos de idade e aparentemente não estivesse doente, entregou sua grande alma a Deus três dias antes que o ano terminasse, conforme predissera Irmã Simpliciana… (1)
A grande provação
Francisco de Sales, primogênito entre os 13 filhos dos Barões de Boisy, nasceu no castelo de Sales, na Sabóia, em 21 de agostode 1567. Por devoção dos pais ao Poverello de Assis, recebeu seu nome e, chegado ao uso da razão, o menino escolheu-o por patrono e guia.
A virtuosa baronesa dedicou-se ela mesma, com a ajuda de bons preceptores, à educação de sua numerosa prole. Para seu primeiro filho escolheu, por sua piedade e ciência, o Pe. Déage, o qual, até sua morte, foi para Francisco um pai espiritual e guia. Acompanhava-o sempre, mesmo a Paris, onde o jovem barão radicou-se durante seus estudos universitários no Colégio de Clermont, dos jesuítas.
Com um precoce senso de responsabilidade e intuito de fazer sempre tudo que fosse da maior glória de Deus, Francisco estudou retórica, filosofia e teologia com um empenho que lhe permitiu ser depois o grande teólogo, pregador, polemista e diretor de consciências que caracterizaram seu trabalho apostólico.
Francisco, como primogênito, era herdeiro do nome de família e continuador de sua tradição. Por isso, recebeu também lições de esgrima, dança e equitação. Convencia-se porém, cada vez mais, que Deus o chamava inteiramente a Seu serviço. Fez voto de castidade perfeita e colocou-se sob a proteção da Virgem das virgens.
Aos 18 anos, o jovem enfrentou a mais terrível provação de sua vida: uma tão violenta tentação de desespero, que lhe causava a impressão de ter perdido a graça divina e estar destinado a odiar eternamente a Deus com os réprobos. Tal obsessão diabólica perseguia-o noite e dia, abalando-lhe até a saúde.
Ora, para alguém que, como ele, desde o início do uso da razão não procurava senão amar ardentemente a Deus, tal provação era o que havia de mais terrível.
Seria necessário um ato heróico para dela livrá-lo e ele o praticou: não se revoltava contra Deus, mesmo se Ele lhe fechasse as portas do Céu, e pedia, nesse caso, para amá-Lo ao menos nesta Terra.
“Senhor!” — exclamou certo dia na igreja de Saint Etienne des Grés, no auge de sua angústia –, “fazei com que eu jamais blasfeme contra Vós, mesmo que não esteja predestinado a ver-Vos no Céu. E se eu não hei de amar-Vos no outro mundo, concedei-me pelo menos que, nesta vida, eu Vos ame com todas as minhas forças!”.
Rezando depois humildemente o “Lembrai-Vos”, aos pés de Nossa Senhora, invadiu-lhe a alma uma tão completa paz e confiança, que a provação esvaiu-se como fumaça (2).
Calcando o mundo aos pés
Aos 24 anos, Francisco, com os estudos brilhantemente concluídos e já doutor em leis, voltou para junto da família. O pai escolhera para ele a jovem herdeira de uma das mais nobres famílias do lugar. Apesar de sua pouca idade, ofereceram ao jovem doutor o cargo de membro do Senado saboiano. Humanamente falando, não se podia desejar mais.
Para espanto do pai, seu primogênito recusou tanto um quanto outro oferecimento. Só à mãe, que sabia de sua entrega a Deus, e a um tio, cônego da catedral de Genebra, explicou Francisco o motivo desse ato tido por insensato.
Faleceu nesse tempo o deão da catedral de Chambéry. O cônego Luís de Sales imediatamente obteve do Papa que nomeasse seu sobrinho para o posto vacante. Com muita dificuldade o Barão de Boisy consentiu enfim que aquele, no qual depositava suas maiores esperanças de triunfo neste mundo, se dedicasse inteiramente ao serviço de Deus. Não podia ele prever que Francisco estava destinado à maior glória que um mortal pode atingir, que é a de ser elevado à honra dos altares; e, por acréscimo, como Doutor da Igreja!…
Zelo anticalvinista
Os cinco primeiros anos após sua ordenação, o Pe. Francisco consagrou-os à evangelização do Chablais, cidade situada na margem sul do lago de Genebra, convertendo, com o risco da própria vida, empedernidos calvinistas. Para isso, divulgava folhetos nos quais refutava suas heresias, contrapondo-lhes as lídimas verdades católicas. O missionário precisou fugir muitas vezes e esconder-se de enfurecidos hereges, e em algumas ocasiões só se salvou por verdadeiro milagre (3).
Assim, reconduziu ao seio da verdadeira Igreja milhares de almas seduzidas pela heresia de Calvino. Ao mesmo tempo dava assistência religiosa aos soldados do castelo de Allinges, os quais, apesar de católicos de nome, eram ignorantes em religião e dissolutos. Seu renome começava já a repercutir como grande confessor e diretor de consciências.
Em 1599, o deão de Chambéry foi nomeado Bispo-coadjutor de Genebra; e, três anos depois, com o falecimento do titular, assumiu a direção dessa diocese.
Apóstolo entre os nobres
Esse fato ampliou muito o âmbito de ação de D. Francisco de Sales. Fundou escolas, ensinou catecismo às crianças e adultos, dirigiu e conduziu à santidade grandes almas da nobreza, que desempenharam papel preponderante na reforma religiosa empreendida na época, como Madame Acarie (depois uma das primeiras religiosas carmelitas na França, morta em odor de santidade), Santa Joana de Chantal, com quem fundou a Visitação. Inúmeras donzelas da mais alta nobreza abandonaram o mundo, entrando nos mosteiros dessa nova congregação, na qual brilharam pelo esplendor de sua virtude.
Todos queriam ouvir o santo Bispo. Convidado a pregar em toda parte, era sempre rodeado de grande veneração, tornando-se necessário escolta militar para protegê-lo das manifestações do entusiasmo popular.
A família real da Sabóia não resistia à atração do Bispo-Príncipe de Genebra, convidando-o constantemente para pregar também na Corte. E não era a mais alta nobreza menos ávida que o povinho de ouvir aquele que já consideravam santo em vida.
Em 1608, ordenou e publicou as notas e conselhos que dera a uma sua prima por afinidade, a Sra. de Chamoisy, num livro que se tornaria imortal: Introdução à vida devota. Essa obra foi ocasião de várias conversões e carreou muitas vocações para os conventos da Visitação.
São Francisco de Sales desenvolveu seu lema no extraordinário livro que escreveu para suas filhas da Visitação, a pedido de Santa Joana de Chantal, o célebre Tratado do Amor de Deus: “a medida de amar a Deus é amá-lo sem medida”.
Glorificado na Terra e no Céu
Os contemporâneos do Bispo-Príncipe de Genebra não tinham dúvidas a respeito de sua santidade. Santa Joana de Chantal, sua dirigida e cooperadora que o conheceu tão intimamente, escreveu: “Oh! meu Deus! Atrever-me-ei a dizê-lo? Sim, di-lo-ei: parece-me que nosso bem-aventurado pai era uma imagem viva do Filho de Deus, porque verdadeiramente a ordem e a economia desta santa alma era toda sobrenatural e divina. Muitas pessoas me disseram que, quando viam este bem-aventurado, parecia-lhes ver a Nosso Senhor na terra” (4). E São Vicente de Paulo, sempre que saia de algum encontro mantido com São Francisco de Sales, exclamava: “Ah! quão bom deve ser Deus quando o excelentíssimo Bispo de Genebra é tão bondoso! (5)
Em seu leito de morte, o resplendor de seu rosto, que já era visível em seus últimos anos de vida, aumentava por vezes muito mais, arrebatando de admiração os que o contemplavam.
Assim que faleceu, verdadeira multidão invadiu o convento das Visitandinas, em Lyon, na França, para oscular-lhe os pés, tocar-lhe tecidos em seu corpo, encostar-lhe rosários. Ao abrirem seu corpo, os médicos constataram que o fígado do Santo se petrificara com o esforço que fizera sempre para dominar seu temperamento sangüíneo, e conservar constantemente aquela suavidade e doçura, aparentemente tão naturais nele, que conquistavam os corações mais empedernidos.
O culto ao santo começou no próprio momento de sua morte. E foi sempre recompensado, algumas vezes com estupendos milagres.
Durante a peste em Lyon, as irmãs visitandinas não bastavam para distribuir ao povo pedaços de tecido tocados no corpo do santo. Em Orleans, a Madre de la Roche mergulhava uma relíquia do venerado Prelado em água, a qual era distribuida à multidão enquanto durou a peste: um tonel por dia em média. Em Crest e em Cremieux, os representantes da cidade foram à igreja da Visitação fazer, em nome da cidade, voto solene de ir em peregrinação ao sepulcro do Bispo, caso cessasse a peste. E todos foram ouvidos.
Foi Santa Joana de Chantal quem iniciou as gestões para o processo de canonização de seu pai espiritual. Recolheu seus escritos privados, cartas, mesmo rascunhos não terminados, e trabalhou com afinco nesse sentido. Escreveu a autoridades civis e eclesiásticas e mesmo a Roma, pedindo que urgissem o início do processo de beatificação.
Mas a alegria de vê-lo elevado à honra dos altares ela só a teria no Céu, pois a celeridade dos processos humanos ficavam muito aquém dos desejos de seu ardente coração.
São Francisco de Sales faleceu em 28 de dezembro de 1622, tendo sido canonizado em 19 de abril de 1665.
O Papa Pio IX declarou-o Doutor da Igreja em 7 de julho de 1877. E Pio XI, na encíclica Rerum omnium, de 1923, atribuiu-lhe o glorioso título de Patrono dos jornalistas e escritores católicos.
O celtismo e as suas repercussões na música na Galiza e no Norte de Portugal
Projecto de investigação “O celtismo e as suas repercussões na música na Galiza e no Norte de Portugal” do Instituto de Etnomusicologia – Centro de Estudos em Música e Dança (INET-md)
No âmbito dos processos transfronteiriços, o celtismo – um movimento transnacional influente em várias partes da Europa - desempenhou um importante papel na construção de identidades na Galiza e no norte de Portugal.
Na etnomusicologia, o celtismo tem sido o foco de investigação desde os anos 90, no entanto, em Portugal não tem sido alvo de estudos. Em Espanha, a Galiza tem sido o principal enfoque de investigação esporádica. Apesar do património musical comum, a investigação em torno do intenso intercâmbio transfronteiriço entre Portugal e Espanha, envolvendo manifestações do celtismo sobretudo na música, ainda está incipiente.
VERGÍLIO FERREIRA | |||
Em Junho de 1933 completou o curso geral dos liceus e, depois de ter feito o curso complementar no liceu da Guarda, em 1935, concluiria na Faculdade de Letras de Coimbra, em 1940, a licenciatura em Filologia Clássica. Faleceu no dia 1 de Março de 1996. Inicia a sua obra literária influenciado pela corrente neo-realista, escrevendo alguns romances de intervenção social. Abandonará este posicionamento estético – ideológico, de influência marxista, em meados dos anos 50, data de um dos seus romances mais famosos, a “Manhã Submersa”, o qual virá a dar lugar a um filme de Lauro António, em que Vergílio Ferreira desempenha o papel de Reitor. Após uma vida dedicada à arte da escrita, deixou-nos uma vasta obra romanesca, ensaística e memorialística de que se destaca Aparição. O reconhecimento do valor da sua criação literária, caracterizada por um profundo humanismo, para além de uma consagração do público e da crítica especializada, também se traduziu na atribuição de prémios literários portugueses, como o prémio Camilo Castelo Branco e o prémio Pen Clube. Convidado para assistente da Faculdade de Letras da Universidade de Coimbra, não chegou a desempenhar funções, entrando nesse mesmo ano para o estágio pedagógico no Liceu D. João III, nessa cidade. Leccionou, sucessivamente, nos liceus de Faro, Bragança e Évora, até finais dos anos 50. No início da década de 60, exerceu funções docentes no Liceu Camões em Lisboa, onde se reformou em finais da década de setenta.
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O Existencialismo segundo Vergílio Ferreira
Vergílio Ferreira, Espaço Invisível II
APARIÇÃO Chaves de leitura 1. Trata-se, conforme afirmação do próprio escritor, de umromance-ensaio: “Romance filosófico é uma expressão equívoca. Não se pode fazer romance como forma de filosofia. O que acontece é que, a meu ver, há dois tipos de romance: o romance-espectáculo que quer dar uma imagem do real que nos circunda e o romance-problema, chamado o romance-ensaio, cujo saldo é uma reflexão. Este romance tem como objectivo fundamental pôr um problema. (...)A obra filosófica ensina, enquanto aquilo a que chamo o romance-problema interroga. Temos também de distinguir o romance-problema do romance-tese que é uma coisa horrível. O romance não pretende demonstrar nada. Além do mais, o romance joga com valores vivenciais e estéticos e a filosofia, genericamente, não. Na filosofia teoriza-se, no romance vive-se.” Um Escritor Apresenta-se (p. 112)
2. Situando-se o romance Aparição dentro da corrente filosófica doexistencialismo, há que dominar algumas noções neste campo. O existencialismo é um humanismo enquanto liberta o homem dos tabus, sobretudo religiosos, e propõe a construção do homem a partir de si próprio. É o que Vergílio Ferreira afirma na obra anteriormente citada (pp. 223/224):
"Por humanismo integral entende o narrador do meu livro (como eu) a reconquista de uma harmonia do homem com a vida, depois de conhecidos, iluminados, os limites da nossa condição. Se não podem esquecer-se, evidentemente, as fundamentais aspirações a uma justiça económica e social, há ainda a encarar o problema das relações do homem consigo mesmo adentro de um mundo definitivamente humano, terreno. Para isso não dá o narrador do livro sugestão alguma, porque "a verdade aparece" Mas saber o que se deseja é já de algum modo conquistá-lo. O que pretendi exprimir em Aparição foi a necessidade, para uma realização total do homem, de ele se redescobrir a si próprio, não nos limites de uma estreita “individualização" mas no da sua "condição humana" Há quereconhecer o que somos e reabsorver (hoje, amanhã, um dia) em plenitude, o que se transpôs outrora a uma dimensão divina em que já não acreditamos."
3. Trata-se de um romance de personagem. Neste sentido, há uma personagem que ocupa a centralidade da obra, à volta da qual tudo e todos gravitam. Não se vai encontrar uma intriga tal como se estudou em Garrett,Camilo e Eça. Pode-se descobrir uma intriga muito mais sofisticada e profunda que consiste no combate que a personagem-narrador tem de travar para vencer determinados condicionalismos, limitações e contradições até ao desnudamento de si próprio, nos limites do possível. O narrador não se apresenta como individualidade pura, mas como o modelo do ser humano, conforme Vergílio Ferreira afirma in op. Cit. (pág. 149):
"Quero referir-me a um aspecto deste livro, precisamente porque tem sido um aspecto do desagrado de muita gente. É o facto de me ocupar do Eu. O Eu de que me ocupo é mais profundo do que o Eu que fala de si. É um Eu que diz respeito a todos os homens. A problemática da morte, a existência de Deus, a ausência de valores, tudo isto parte justamente da reflexão sobre essa problemática do Eu."
4. Trata-se de uma obra com algumas afinidades com o que se convencionou chamar de "novo romance", nascido em França, a partir da década de 50. Foi uma tentativa de subverter os cânones do romance tradicional: desvaloriza-se a intriga dotada de lógica interna, desagrega-se a personagem, que se torna problemática e evidencia crise de confiança na pessoa humana, dissolve-se a sequência temporal da cronologia e esvazia-se o espaço do sentido meramente referencial. Vergílio Ferreira confessa, na obra citada (pág. 166), que alguma influência recebeu dessa corrente:
"Em França, surgiu uma nova corrente há uns dez anos, a que se deu o nome de “novo romance”, e é natural que eu e mais ou menos todos os escritores (um Aragon, por exemplo, em França, e que já não é nada novo) acabássemos por sentir a sua influência."
5. Finalmente, é necessário estar atento ao processo narrativo. EmAparição há um eu-narrador distante dos acontecimentos que narra e umnarrador-personagem, auto e homodiegético. O eu-narrador distante move-se num tempo posterior aos acontecimentos narrados: "Sento-me aqui nesta sala vazia e relembro. "(Prólogo e Epílogo) e num espaço bem determinado: um casarão herdado, na aldeia. O narrador-personagemmovimenta-se no tempo da diegese: os acontecimentos passados cerca de vinte anos antes, de Setembro a Junho, numa época em que leccionou no Liceu de Évora, acontecimentos que ocupam os 25 capítulos da obra. Terá sido aquela sala vazia e silenciosa, evocadora dos acontecimentos da sua infância e juventude, que desencadeou o processo da narração, favorecido pela noite de luar quente de Verão. Curiosamente, o processo da escrita irá prolongar-se por cerca de nove meses, traçando um percurso paralelo às peripécias da diegese. |